NOTICIA guerra comercial

¿Cómo afectaría a Colombia la guerra comercial de Donald Trump?

21 de marzo de 2018

La decisión de Trump de subir los aranceles a las importaciones de acero y aluminio tiene en vilo al comercio internacional. Colombia sería una víctima colateral.

El enfrentamiento que vivió el mundo entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y la disolución de la Unión Soviética, durante el cual Estados Unidos buscaba propagar el capitalismo y sus contrapartes el comunismo, parece estar repitiéndose.

Ahora, en “la guerra fría del siglo XXI”, la discusión no se centra en el modelo económico, pues finalmente se impusieron el capitalismo y el libre comercio, sino en definir si se sigue promoviendo la globalización o si, por el contrario, los países vuelven a cerrar sus mercados y se concentran en impulsar sus industrias domésticas y sustituir importaciones.

Aunque en el pasado han existido varios movimientos antiglobalización, su pelea no ha sido tan efectiva como las promesas y, ahora, realidades del hombre más poderoso del planeta: el presidente Donald Trump.

Paulatinamente, el talante proteccionista del cual hizo alarde durante la campaña electoral comenzó a tomar cuerpo. Primero echó para atrás la participación de los Estados Unidos en el Acuerdo Transpacífico (TPP, por su sigla en inglés). Después forzó la renegociación del Tratado Norteamericano de Libre Comercio (Nafta, por su sigla en inglés) con México y Canadá, que está en la séptima ronda.

A comienzos de año impuso unas salvaguardias a las importaciones de lavadoras y paneles solares, que afectan a China y Corea. Por último, hace pocos días anunció la intención de imponer un arancel para las importaciones de acero y aluminio, de 25% y 10%, invocando una excepción de las normas de la Organización Mundial de Comercio, por razones de seguridad nacional.

Aunque esas primeras restricciones arancelarias tendrán un efecto leve sobre el volumen del comercio internacional, lo preocupante es que son de una naturaleza unilateral agresiva. Por tal motivo, pueden generar retaliaciones de los países afectados. Estas, a su vez, podrían desencadenar una guerra comercial, con efectos adversos sobre la expansión del comercio global, que es uno de los motores del repunte del PIB mundial desde mediados de 2016.

Los más afectados

Algunos de los más afectados por las restricciones impuestas por Estados Unidos, como China y la Unión Europea, ya advirtieron sobre la posibilidad de establecer medidas compensatorias en caso de resultar perjudicados.

Aparte de la retaliación, muchos socios comerciales de Estados Unidos podrían optar por implantar medidas similares a las que planea imponer ese país, con el fin de evitar una desviación de las importaciones de acero y aluminio de ese mercado a los suyos. Con ello se agravaría el prejuicio sobre las naciones productoras de esos insumos.

Un estudio reciente de Barclay’s Research estima que los países más perjudicados por el proteccionismo en ciernes de los Estados Unidos y la eventual guerra comercial a la que podría conducir, serían los de Asia. En primer lugar, porque las medidas se dirigirán sobre todo contra China, país con el cual el Tío Sam tiene el mayor déficit comercial. En segundo lugar, porque esas restricciones también afectarán otras economías de la región por sus vínculos comerciales con China. En tercer lugar, la alta integración de la mayoría de las economías asiáticas en las cadenas globales de valor hace que una interrupción considerable de los flujos de comercio internacional sea letal para sus exportaciones y su crecimiento económico.

En la región

En comparación con los países asiáticos, los de América Latina, con excepción de México, que son exportadores de materias primas y están poco integrados en las cadenas globales de valor, resultarían menos perjudicados

Además, México y Canadá, en virtud del Nafta, ya fueron eximidos del nuevo arancel al aluminio y al acero. El argumento de Trump para excluirlos es que están renegociando el Nafta, lo que implicará cambios en su integración comercial.

Colombia, por su parte, no es ajena a esta coyuntura global y hasta el cierre de esta edición estaba en el grupo de los virtuales afectados, pese a que le vende a Estados Unidos apenas 0,8% de todo el aluminio y el acero que compra del exterior.

Se teme que la imposición del nuevo arancel impacte tanto las exportaciones nacionales como el mercado doméstico y la industria productora de acero.

Camila Toro, directora del Comité Colombiano de Productores de Acero de la Andi, explica que esta medida de Trump implicará desviaciones de comercio; en otras palabras, que países que le venden acero y que ya no lo podrán hacer porque les resulta más costoso llevarán su mercancía a otras naciones como Colombia,

“El lío es que esos exportadores que buscarán nuevos destinos son precisamente los que más le venden aceros largos a Colombia: Turquía, México y China”, sostiene Toro y aclara que Turquía, a pesar de tener un cobro de 17% por derechos compensatorios y antidumping, exportó a Estados Unidos 792.000 toneladas en 2017, monto al que tendría que buscarle un nuevo comprador y que equivale al doble de todas las importaciones de dicho producto por parte de Colombia en un año.

Paralelamente, China produce 50% del acero en el mundo y es el mayor exportador de este material y, si ya no puede vender en condiciones competitivas a Estados Unidos, que es el mayor importador de dicho producto, buscará nuevos mercados en los que probablemente esté el colombiano.

Juan Manuel Lesmes, director ejecutivo de la Cámara Fedemetal de la Andi, agrega que los nuevos aranceles de Trump llevarían a que el país dejara de exportar US$58,8 millones en acero y aluminio y esa cantidad que no se vende al exterior no podría ser absorbida por el mercado interno.

“Lo ideal es lograr que Colombia quede excluida. Buscar mercados alternos no es una cuestión de corto plazo y de ahí el grado de afectación”, insiste Lesmes.

Primer pedido

Ante este panorama, el Gobierno aprovechó una visita de la ministra de Comercio, María Lorena Gutiérrez, a Washington para expresar su preocupación y la de los empresarios colombianos frente a los nuevos aranceles.

“Vamos a hacer la solicitud ante el gobierno estadounidense para que las exportaciones de acero y aluminio queden excluidas y a utilizar los canales de comunicación que tenemos activos para que esta exclusión se dé en el menor tiempo posible”, dijo la ministra Gutiérrez al regresar al país. No obstante, al cierre de esta edición, dicha solicitud aún no se había formalizado.

La directora de la Cámara de Comercio Colombo Americana, María Claudia Lacouture, considera que están dadas las condiciones para que Colombia quede exenta. Por un lado, porque exporta poco a Estados Unidos, en comparación con otros países, lo que supone estar fuera del argumento que esgrime Trump en el sentido de que busca controlar la proveeduría internacional de un insumo que deprime a la industria local y/o pueda poner en riesgo su seguridad, dado que estos materiales también son utilizados en la industria bélica y aeronáutica.

Por el otro lado, Colombia es un aliado de Estados Unidos “que merece más concesiones que restricciones en momentos en que la balanza comercial bilateral es deficitaria con el país del Norte”, precisa Lacouture, al tiempo que pide mesura, pues ya hay algunas voces que proponen aplicar alguna retaliación comercial de Colombia contra Estados Unidos.

“Debemos analizar con cabeza fría las alternativas. La Orden Ejecutiva que firmó Trump deja una puerta abierta para que cada país entre a negociar su caso. Colombia ya expresó su intención de hablar del tema con el Departamento de Comercio. Se está a la espera de la manera como las autoridades en Washington aborden el tema y cuál sería el procedimiento a seguir.

Por otro lado, en el acuerdo comercial entre los dos países está la figura de minimis, según la cual si las importaciones a Estados Unidos de un producto son inferiores a 3% del mercado, no se aplicarán medidas restrictivas. El diálogo es el camino y habrá solución”, reitera.

Otros daños

Más allá del impacto particular sobre las industrias de acero y aluminio, la preocupación global está un aumento del proteccionismo, el cual tendería a debilitar las monedas de las economías pequeñas y abiertas, cuyas exportaciones están constituidas por bienes de bajo valor agregado, para las cuales Estados Unidos es un socio comercial primordial, como es del caso de Colombia. Al mismo tiempo, tendería a fortalecer las divisas que con frecuencia son utilizadas a manera de refugio, como las de las economías más avanzadas.

La intensificación del proteccionismo podría también generar presiones inflacionarias y desalinear las expectativas de variación de los precios alrededor del mundo, porque generaría un choque adverso de costos para todas las economías. En esa medida, ocasionaría un estrechamiento global de las posturas de los bancos centrales que desestimularía la demanda y frenaría la actividad económica mundial.

Ni siquiera para el mismo Estados Unidos, la decisión de encarecer el acero y el aluminio importados podría resultar buen negocio.

Los beneficiarios serán los dueños de unas pocas empresas protegidas y sus trabajadores, que según las cifras de la Oficina de Estadísticas Laborales son 377.400. La medida podría aumentar la capacidad utilizada de estas empresas de 73% a 80%, que es la mínima que hace viable su operación en el mediano plazo en ese país. Gracias a ello, los mayores aranceles tendrían el efecto de incrementar su rentabilidad.

Sin embargo, los trabajadores de las ramas que utilizan estos metales como materias primas, que son 7’063.000 y el resto de los estadounidenses resultarían perjudicados, porque aumentaría el precio de los bienes producidos con base en ellos. Algunos de esos sectores son los de automóviles, la industria aeroespacial, la maquinaria y el equipo y la construcción. Además, la competitividad de las exportaciones de esos bienes desmejoraría. Los mayores precios también generarían una inflación más alta y reducirán el ingreso real de los consumidores y su bienestar.

Todavía es pronto para prever que la escalada proteccionista de los Estados Unidos desencadenará una guerra comercial. Por ahora se mantienen bajo la modalidad de ‘guerra fría’, en la que las partes se limitan a amenazarse, pero sin tomar acciones concretas. Ojalá Colombia y otras naciones similares no terminen pagando los platos rotos.

Aún sin visto bueno

A las preocupaciones por el aumento del proteccionismo estadounidense se suma una queja planteada por empresarios y gremios de ese país, que consideran que Colombia aún no debería ser aceptado en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), pues en su concepto tiene temas que debe mejorar. Los estadounidenses piden acabar con el programa de chatarrización de camiones antes de la reunión del Comité de Comercio de la Ocde, que se realizará en París en abril, pues consideran que esta ha restringido sus exportaciones de dichos vehículos a Colombia.

Igualmente, piden que el Congreso colombiano modifique leyes sobre propiedad intelectual y que se aborden preocupaciones que tienen frente a una medida del Ministerio de Salud, la cual autorizó el ingreso de medicamentos biosimilares sin controles exhaustivos, con el objetivo de dar más acceso a fármacos de bajo costo. Eso afecta a las farmacéuticas estadounidenses que venden medicamentos con efectos iguales, pero más caros.

Una delegación del Gobierno estuvo en Washington tratando el tema y su balance es el de un diálogo constructivo, donde se aclararon dudas y se presentó el plan de trabajo para cumplir los compromisos adquiridos en los pactos comerciales.

Más barreras comerciales

En 2017, el número de medidas proteccionistas cayó 44% en el mundo, pero en Estados Unidos se registró la tendencia contraria. Según el informe Trade Wars Reloaded (Guerras comerciales recargadas) elaborado por Euler Hermes, accionista de la aseguradora Solunion, el año pasado en el mundo se impusieron 467 disposiciones contrarias al libre comercio como aranceles de importación y medidas antidumping, políticas de atracción como financiación comercial y abastecimiento local, o el apoyo brindado a sectores económicos. De ellas, 90 fueron impuestas por Estados Unidos.

Publicado en Dinero, disponible aquí