Los aliados de Estados Unidos prevén una batalla comercial

3 de mayo de 2018

La Casa Blanca anunció que pospondrá otros treinta días la decisión de imponer aranceles a la Unión Europea, Canadá y México; así les da un respiro a sus aliados

Hace algunas semanas, Estados Unidos amenazó a aliados como Australia, Canadá y la Unión Europea con una guerra comercial, pero dio la impresión de que el conflicto concluyó antes de comenzar. El gobierno de Donald Trump otorgó tantas exenciones temporales por los aranceles al acero y el aluminio que muchos países dieron por sentado que las amenazas solo fueron un drama político.

Este lunes, la Casa Blanca anunció que pospondrá otros treinta días la decisión de imponer aranceles a la Unión Europea, Canadá y México; así les da un respiro a sus aliados, mientras intenta conseguir concesiones de socios comerciales que sean resistido a esas demandas.

Los líderes de estos países comienzan a percatarse de que las décadas de relaciones cordiales con Estados Unidos no tienen gran importancia para un presidente que mira con desdén las normas diplomáticas y al que no le preocupa ignorar las reglas básicas del comercio internacional.

La medida, aplicada con el objetivo de proteger empleos estadounidenses en el sector del acero y el aluminio, se ha transformado en un arma que el gobierno de Trump empuña para obtener concesiones en otras áreas como la exportación de automóviles a Europa o en las negociaciones para modificar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

La nueva fecha límite es el 31 de mayo y, al parecer, el presidente estadounidense decidirá a capricho a cuáles países les otorgará o denegará exenciones permanentes de los aranceles al acero y el aluminio.

La Unión Europea, el mayor socio comercial de Estados Unidos, indicó hace unos días que estaba perdiendo las esperanzas de poder lograr un acuerdo porque muchos de los líderes políticos europeos consideran que las exigencias son excesivas.

La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, quienes se reunieron por separado con Trump en Washington la semana pasada, dialogaron con la primera ministra británica, Theresa May el fin de semana sobre la posibilidad de imponer aranceles en represalia, si no se le otorga una exención a la Unión Europea.

El gobierno alemán emitió un comunicado en el que anuncia que Merkel, Macron y May acordaron que, de aplicarse los aranceles, “la Unión Europea debe estar lista para defender con decisión sus intereses dentro del marco de las normas del comercio multilateral”.

La incertidumbre está generando caos en las redes internacionales de suministro. Las empresas automotrices y otros fabricantes temen que en cualquier momento se les prohíba a los buques con cargamentos de acero poder llegar a los puertos estadounidenses.

Algunos países confían en que evitarán las medidas. Australia se comporta como si la exención fuera un hecho. Brasil, que exporta principalmente planchas de acero a fabricantes estadounidenses, espera librarse a cambio de aceptar cuotas limitadas para productos más sofisticados. Argentina pretende aprovechar la buena relación que tiene su presidente, Mauricio Macri, con Trump.

“En las conversaciones sobre este tema, la relación positiva entre nuestros gobiernos y, sobre todo de nuestros presidentes, siempre sale a colación”, dijo en una entrevista Miguel Braun, el secretario de Comercio argentino.

La Casa Blanca dijo que los detalles de los acuerdos con estos países estarán listos en los próximos treinta días.

En términos de la posible afectación a la economía global, la controversia con Europa quizá sea el problema más grave. Estados Unidos y la Unión Europea representan aproximadamente un tercio del comercio mundial.

Hace solo unos años, Estados Unidos y Europa estudiaron la posibilidad de eliminar casi todas las barreras comerciales trasatlánticas. Ahora sus puntos de vista son esencialmente distintos. Desde la perspectiva de los europeos, Trump exige concesiones que los convertirían en cómplices del desmantelamiento del marco comercial de la posguerra que consideran sagrado.

Los europeos quieren seguir las reglas de la Organización Mundial del Comercio; los estadounidenses exigen medidas que obligarían a los europeos a contravenirlas.

“Si queremos respetar las reglas”, comentó el analista Thiess Petersen, de la Fundación Bertelsmann en Alemania, “no es posible hacer concesiones”.

Los autos alemanes, un blanco particular de la ira presidencial, son uno de los principales puntos que causan controversia.

El secretario de Comercio, Wilbur Ross, quien se ha encargado de las conversaciones con la Unión Europea, pretende que el bloque de veintiocho naciones reduzca sus aranceles sobre los automóviles estadounidenses importados para recortar su superávit comercial con Estados Unidos. En una entrevista reciente con CNBC, Larry Kudlow, el máximo asesor económico de la Casa Blanca, declaró que Estados Unidos espera obtener más concesiones para otorgar una exención permanente.

El problema es que, si la Unión Europea acepta su exigencia de bajar los aranceles a los automóviles, conforme a los tratados internacionales, tendría que aplicar términos similares a los automóviles de los demás miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

El más beneficiado podría ser China, que es miembro de la OMC y tiene interés en convertirse en exportador de automóviles: obtener acceso a Europa con más facilidad sin dar nada a cambio sería maravilloso para ese país.

En conjunto, los países que buscan prorrogar la exención temporal representan aproximadamente la mitad de las importaciones de acero de Estados Unidos, que ya le otorgó exención permanente a Corea del Sur como parte de los ajustes a su acuerdo comercial.

A otros países ya se les negó la exención y han comenzado a pagar aranceles del 25 por ciento sobre el acero y del 10 por ciento sobre el aluminio. Entre ellos se encuentran China y Rusia, además de Japón, un aliado cercano.

La extensión de la fecha límite se esperaba para Canadá y México —unos de los mayores exportadores de acero y aluminio a Estados Unidos— pues aún siguen las negociaciones con Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte; aunque las diferencias de opinión se mantienen, los funcionarios de los tres países insisten en que avanzan y que esperan concluir las pláticas a finales de mayo.

Canadá y México han dicho que colocar las condiciones para las exenciones como parte de las conversaciones del TLCAN podría volcar las negociaciones.

Los negociadores de los tres países se reunirán de nuevo el 7 de mayo para intentar resolver los principales desacuerdos que persisten y anunciar un acuerdo modificado.

 

Publicada en The New York Times, léala aquí