Más allá de los TLC


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Para lograr el aprovechamiento adecuado de esta herramienta no se necesitan discursos sobre la supuesta conveniencia de cerrar a Colombia para proteger la industria y el campo, o renegociarlos para mejorarlos, o llevar la discusión a espacios que con antelación se sabe que no son los competentes.

Por: Maria Claudia Lacouture, Directora Ejecutiva de AmCham Colombia

Bogotá, 17 de agosto (AmCham Colombia).– Vuelve y juega. Comienza a calentarse la temporada preelectoral y se desempolvan las declaraciones y guiones sobre temas controversiales, que suenan bien para ganar votantes en la confusión. Los tratados de libre comercio son parte de esos mensajes, caballito de batalla para el populismo político en el Congreso a sabiendas de que cualquier modificación sin intervención del Ejecutivo sería inconstitucional, pero sirve de pretexto para achacarles la culpa por los atrasos productivos de Colombia.

Los acuerdos comerciales no son una varita mágica, sin embargo, sí dan estabilidad y dinamismo a las relaciones entre los países, ofrecen confianza, ventajas reales frente a otros competidores, elimina barreras de entrada a los mercados, permite proveeduría competitiva con costos menores, acceso a las cadenas globales de valor, a la capacitación del recurso humano, a la transferencia de tecnología, a las buenas prácticas, a la inversión y a todo el círculo virtuoso del desarrollo.

Para lograr el aprovechamiento adecuado de esta herramienta no se necesitan discursos sobre la supuesta conveniencia de cerrar a Colombia para proteger la industria y el campo, o renegociarlos para mejorarlos, o llevar la discusión a espacios que con antelación se sabe que no son los competentes.

Lo que necesitamos es un esfuerzo conjunto público-privado, impulsar la productividad, políticas comerciales que defiendan los bienes afectados por la competencia desleal, se impulse aquellos que están en proceso de internacionalización, apostándole a una cultura exportadora y eliminando barreras internas.

Un ejemplo de ello se puede ver en las oportunidades que ofrece el acuerdo con EE.UU., que si bien queda camino por recorrer ha logrado darle un beneficio de 0% arancel a más de 10.550 partidas donde antes solo llegaban a 5.500 y en condiciones de provisionalidad.

Esto ha llevado a que, según cifras del Dane, el TLC con EE.UU. aumentará en 15% el número de empresas que exportan a ese país. En 2012 eran 3.053 y en 2019 fueron 3.504. Así mismo, aumentó en 32% el número de productos exportados al pasar de 4.088 en 2012 a 5.395 el año pasado.

El TLC ha disminuido la dependencia minero-energética de Colombia en las exportaciones a EE.UU. Mientras en 2012, las exportaciones no minero energéticas representaban 29,5% de las ventas totales, para 2020 su participación fue de 60,2%.

Y a pesar de haber entrado en vigor en plena crisis mundial, Colombia siguió exportando, algo que muchos países no lograron. Adicionalmente, nuestro país ha podido, gracias al acuerdo comercial, conquistar estados que anteriormente no hubiera sido posible. Un estudio de AmCham Colombia indica que, de 108 partidas con ventaja comparativa relevada, 49 lograron en el 2020 tener un crecimiento promedio de más del 180% en sectores que China ha dejado de vender.

Los TLC definitivamente se pueden aprovechar más, echarlos a la basura no ayudará a la industria nacional, por el contrario, sería una involución de grandes proporciones y consecuencias. Tenemos un camino por recorrer, pero desprestigiar esa herramienta y desperdiciar sus bondades no ayudará al país a crecer y crear empleo.

Hay que dejar que los tratados funcionen y no cogerlos como caballitos de batalla para desinformar y desprestigiarlos, cuando lo que requerimos es sacarles el máximo provecho posible.

Publicado en La República, aquí

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