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No son tiempos para la vista gorda

24 de septiembre de 2018

Las cartas están sobre la mesa y el escenario está planteado, es claro e inaplazable. Estados Unidos ya nos señaló sus inconformidades y todo parece indicar que los pendientes serán ahora la prioridad.

 
 
{fa-bookmark-o } Bogotá, 2018-09-24 – 09:56 / Por: AmCham Colombia


El camino más sensato es trabajar en ese sentido, aunque apoyados con una estrategia muy bien construida de diplomacia en todos los ámbitos y en todos los niveles, tanto de Gobierno como del sector privado.

 

 

Ahí sí como dicen “a maletear” todos los que podamos hacer alguna injerencia para que las relaciones se fortalezcan y evitemos entrar en una espiral de represalias, ya sea por la erradicación de cultivos ilícitos, la propiedad intelectual o por la chatarrización.

 

La retórica de que somos sus principales aliados en Suramérica ya funciona menos. Por los próximos años, y mientras no cambie el actual liderazgo en EE.UU., la lógica será si cumplimos con lo acordado, si respondemos a las necesidades.

 

Así que lo que temíamos, que del acero y el aluminio no pasaríamos, lo que se siente y se escucha en Washington es que puede haber tantas dificultades como oportunidades dependiendo de las acciones que se adelanten.

 

Por eso es que serán muy importantes las relaciones públicas, trabajar en el Congreso estadounidense, con republicanos y demócratas, y no apenas con los amigos de Colombia, de pronto habrá que esforzarse más con los que nos critican e incluso buscar nuevos aliados.

 

Trabajar, trabajar y trabajar, sin nacionalismos, con pragmatismo. Competir por atención en el marco internacional es indispensable. Mas presencia en la conversación de Washington. No solo informar a los informados.

 

La guerra comercial ya está pasando factura al crecimiento global. Y un mundo más proteccionista y cerrado será lo que tendremos por un buen tiempo. Eso nos obliga a salir a buscar oportunidades de inversión y de comercio.

 

Será difícil atraer inversión sin crear mecanismos competitivos, pues EE.UU. hizo del país una gran zona franca, bajó los impuestos y creó incentivos, y además castiga a los estadounidenses que fabrican por fuera. Muchas ventajas locales para las compañías pueden ser atractivo incluso para nuestros empresarios.

 

Y si bien Colombia, gracias a su TLC con EE.UU., puede exportar productos que antes se compraban en China, también tiene el potencial para convertirse en un mercado destino de productos de alta dependencia de exportación y que hoy afrontan restricciones. Es una oportunidad para lograr una proveeduría competitiva y un reto para afianzar la libre competencia.
El sector agropecuario estadounidense fue el primer afectado por la guerra de los aranceles.

 

Además de pérdidas de empleos tienen excedentes (subsidiados) de soja, tortas y residuos de aceite de soja, maíz y trigo. También estarían interesados en incrementar sus ventas de vehículos automóviles para transporte de mercancía y turismo, aceites ligeros y medios de petróleo.

 

No podemos en este momento dar la espalda y ser como el avestruz que mete su cabeza debajo de la tierra para rehuir y no afrontar. Es momento de actuar, salirnos de la comodidad y darnos cuenta que tenemos buenas posibilidades de darle un rumbo conveniente a la relación binacional.

 

Para eso debemos tomar la maleta y hacer el esfuerzo de “maletear” con los conocidos, desconocidos, amigos y no tan amigos, de presentar acciones para avanzar en los pendientes. No es momento de hacernos la vista gorda.

 

 Publicado en La República, disponible aquí