Reforma laboral para el futuro

7 de marzo de 2023

El objetivo de la reforma debe, por supuesto, buscar soluciones a las limitaciones y necesidades para un trabajo justo desde el punto de vista del trabajador como de la viabilidad para las empresas.

Por: Maria Claudia Lacouture, Presidenta Ejecutiva de AmCham Colombia

Bogotá, 07 de marzo del 2023 (AmCham Colombia)– A puertas de la discusión del nuevo proyecto de reforma laboral convendría centrarnos en buscar soluciones a los problemas del inmediato que impiden trabajar en las oportunidades del presente y futuro.

El objetivo de la reforma debe, por supuesto, buscar soluciones a las limitaciones y necesidades para un trabajo justo desde el punto de vista del trabajador como de la viabilidad para las empresas, buscar soluciones para la informalidad, la ilegalidad y la falta de formación pertinente y, también, y quizás más importante, proponer un camino hacia adelante, plantearnos una nueva visión del trabajo inclusivo, flexible, justo y global.

El círculo vicioso de informalidad e ilegalidad solo puede interrumpirse con empleo formal, y para ello hay que incluir la flexibilidad, puesto que la marginalidad se nutre de la rigidez del sistema y obliga a los pequeños negocios a la evasión, a convivir con el contrabando, la piratería y la corrupción, les limita el acceso a los servicios públicos y financieros y reduce la capacidad presupuestal del Estado para financiar las necesidades de todos en educación, salud, vivienda, infraestructura y asistencia social.

También tenemos que considerar que surgieron nuevas modalidades de trabajo que hay que incorporar, como las subcontrataciones en plataformas digitales, la estacionalidad, el teletrabajo autónomo, el suplementario, los nómadas digitales y otras que son preferidas por los trabajadores porque les permite disponer de su tiempo, tener mejor calidad de vida y ganar en productividad. El sector privado es el más interesado en una reforma equilibrada que permita crear más empleos y crecer.

Como lo señaló este diario en un artículo, la propuesta extraoficial que se conoce del Gobierno parece “sacada de textos del siglo XIX”: aumenta los costos, los recargos, las obligaciones, los candados, bajo los principios de la vieja y falsa retórica de que entre más garantías más estabilidad. Para ajustarnos a las nuevas realidades del mercado hay que modernizar el sistema, responder a los cambios en la sociedad, a la influencia de la tecnología, a las expectativas de las nuevas generaciones.

Y prender los reflectores sobre la crisis de mano de obra en el campo, porque los jóvenes emigran al ámbito urbano y sin trabajadores rurales se amenaza la seguridad alimentaria. El Estado debe buscar mecanismos para que haya más inversión para el agro, más técnicos y profesionales interesados en su explotación y comercialización, estímulos, educación pertinente, asistencia financiera, proyectos viables y sostenibles. Una normatividad retrógrada ayudará muy poco, como tampoco ayudará para acoplarse a los avances en robótica, a la inteligencia artificial (IA), a los avances científicos, a las nuevas tecnologías computacionales que transforman nuestro modo de vida y trabajo.

Una de las mayores falencias del ámbito laboral es la falta de conexión entre lo que aprendieron y saben hacer los trabajadores, lo que necesita el sector productivo, lo que más requieren las industrias o el campo. Necesitamos preparar al país para los tiempos venideros y la inminente reforma debe ser una oportunidad para pensar en los escenarios del futuro. Colombia no puede quedarse por fuera de la modernidad, tiene que impedir un paso atrás, evitar un retroceso de graves implicaciones históricas.

Publicado en La República, disponible aquí