Si no es ahora, ¿cuándo?


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Trabajar por el desarrollo sostenible desde las empresas es, sobre todo, ser conscientes de que el estado del mundo y las acciones de la humanidad son dos asuntos que deberían ir -siempre- en la misma conversación. 
Por: José Luis Sánchez, presidente de la Junta Directiva de AmCham Colombia

Parecería obvio, pero la historia es el principal testigo de que, durante siglos, no lo fue. Los registros de los primeros diálogos que se dieron a nivel global sobre el tema se encuentran hacia los años 70 y en Colombia, como en algunos otros países de la región, 20 años más tarde, hacia los 90.

En 1993, se expidió la Ley 99 en la cual se integraron variables económicas, sociales y ambientales para definir desarrollo sostenible como “el que conduzca al crecimiento económico, a la elevación de la calidad de la vida y al bienestar social, sin agotar la base de recursos naturales renovables en que se sustenta ni deteriorar el ambiente o el derecho de las generaciones futuras a utilizarlo para la satisfacción de sus propias necesidades”.

Esta definición local coincide en un aspecto esencial con las tantas otras que se encuentran a nivel global: desarrollo sostenible es, sin duda alguna, medio ambiente, pero también es bienestar social y calidad de vida no solo para quienes, justo en este instante, vamos dando nuestro paso por el mundo sino también para quienes no han llegado a él o acaban de hacerlo.

Esta última idea ha sido tan poderosa como para que hoy tengamos defensores adolescentes que además de estar haciendo oír su voz a nivel mundial, están construyendo su identidad a partir de ello. El llamado para todos los países y sectores de la economía es claro: si no actuamos ahora, ¿cuándo?

En 2012, la Organización para las Naciones Unidas entregó al mundo una lista de los 17 objetivos más urgentes a los que nos enfrentamos, recordándonos no solo que el estado del mundo y nuestras acciones van en la misma conversación, sino también que el llamado es de urgencia. El registro abarca retos sociales como la equidad de género y el trabajo decente, ambientales como el cambio climático y económicos como el crecimiento sostenido, inclusive y sostenible.

Hace unas semanas, Alexa Dembek, líder Global de Tecnología y Sostenibilidad de DuPont, multinacional que tengo el honor de representar en la Región Andina, presentaba los Objetivos de Sostenibilidad 2030 de la compañía y en su exposición resaltaba, entre otras, la inspiración y alineación que estos tienen con los enlistados por la ONU. Lo destacable aquí es ser testigos de cómo grandes compañías y líderes empresariales alrededor del mundo hemos entrado a la conversación por el desarrollo sostenible y hemos actuado en concordancia con él. Atendemos el llamado de urgencia y alzamos la mano, como lo han hecho los líderes jóvenes, para dar constancia de que aquí estamos, con nuestra capacidad para actuar en conjunto con quienes se vayan sumando a estos compromisos.

Tengo un compromiso personal y profesional para poner el desarrollo sostenible en el centro de mis acciones y estrategias, pues más allá de edades, nacionalidades o sectores de la economía, somos la generación de la acción, del ahora, de las decisiones a conciencia por grandes o pequeñas que sean. Los retos son de la humanidad y de nuestro entorno y, por lo tanto, es entre todos y desde hoy que debemos responder a ellos.

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