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La relación entre China y EE. UU. navega aguas cada vez más turbias

28 de julio de 2020

El cierre del consulado en Houston y la retaliación china se suman a la tensión entre ambos países.

Bogotá, 28 de julio de 2020 (El Tiempo).- Las tensiones entre China Estados Unidos no son nuevas. Pero esta semana se elevaron a quizá uno de sus puntos más críticos en las cuatro décadas que van desde que establecieron relaciones diplomáticas (1979).

El martes, la administración de Donald Trump anunció el cierre del consulado de Pekín en Houston, Texas, luego de señalar a esta sede diplomática de ser el “epicentro” de una red de espionaje que busca apropiarse de secretos industriales y científicos de EE. UU

lo hizo un día después de que el departamento de Justicia presentó un proceso judicial contra dos hackers chinos a los que acusa de robar secretos intelectuales de empresas que trabajan en el desarrollo de tratamientos y vacunas contra el coronavirus.

Pekín catalogó el cierre como una provocación alimentada por intereses políticos y prometió una retaliación de igual magnitud. Y se habla de tomar una medida similar contra el consulado estadounidense en Chengdu.

El episodio, de por sí grave, hace parte de una cascada de desencuentros entre ambos países en toda una serie de frentes. Particularmente en defensa, comercio, tecnología y derechos humanos, que se han exacerbado desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca.

Lo cual es llamativo, pues hasta hace poco Trump y el presidente Xi Jinping estaban en muy buenos términos.

Creo que estamos ante una peligrosa espiral que puede tener sus causas, pero sin que exista la sapiencia diplomática que se necesita para detenerla. La confrontación es tan severa que ya pasamos de temas específicos que son solucionables a un choque de sistemas y valores”, sostiene Orville Schell, director del programa del Centro para las Relaciones EE. UU.-China en el Asia Society.

La reciente escalada comenzó de manera unilateral cuando Trump decidió imponer aranceles de entrada a millones de productos importados de China. A lo que Pekín respondió con sus propias tarifas. Y si bien ambos avanzaron en una especie de acuerdo comercial, este nunca se ha materializado.


Pero de allí en adelante la disputa se ha ido extendiendo. Desde hace meses, por ejemplo, Trump ha venido responsabilizando a China por ser el origen del covid-19 y haberle ocultado al mundo su aparición durante varias semanas. Con frecuencia se refiere a la enfermedad como el ‘virus chino’ o el ‘Kung Flu’, comentarios que han sido criticados por racistas y que Pekín resiente. Fue por eso, además, que decidió cortar vínculos con la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A su juicio, la organización se dejó manipular por China y contribuyó en la desinformación. Pekín sostiene que Trump los está responsabilizando para ocultar su pésimo manejo de la crisis en su país, donde los contagios ya van en 4 millones y las muertes superan las 141.000 personas.

Algo en lo que coincide Jessica Chen Weiss, experta en China de Cornell University.

“Cerrar el consulado no parece ser parte de una estrategia coherente para que cambien su comportamiento. Más bien parece una campaña de choque que busca distraer a los votantes de los malos resultados y sembrar miedo entre los electores frente a una supuesta amenaza existencial”, afirma Weiss

El caso Huawei

En el tecnológico está en campaña para bloquear internacionalmente a Huawei, una de las firmas más grandes del país a la que señala de ser un frente para infiltrar la infraestructura de telecomunicaciones a nivel mundial. Y provocó el arresto en Canadá de Meng Wanzhou, la directora de tecnología de dicha compañía, a quien acusan de fraude y piden en extradición.

La presión ya ha dado resultado en otros lugares. Hace una semana, el Reino Unido les anunció a sus proveedores de telefonía celular que no podrán comprar equipos para redes 5G de Huawei a partir de este 31 de diciembre y que tienen hasta el 2027 para remover toda estructura de 5G que hayan comprado a este gigante de las telecomunicaciones. Y medidas semejantes se están considerando en otros países.

Eso luego de que EE. UU. anunció sanciones terciarias contra empresas que usen su tecnología, pues, argumenta Washington, Huawei plantea un riesgo para la seguridad nacional.

Algo parecido está pasando en el mar del Sur de China, donde EE.UU. está tratando de poner freno a lo que ve como una expansión territorial de Pekín en una zona clave para el comercio mundial y que ya se ha traducido en escaramuzas entre fuerzas militares de ambos países.

Algo que se agudizó tras la decisión de Trump de vender 180 millones de dólares en equipo militar a Taiwán, isla que China reclama como propia.

El presidente Trump provocó otra línea de disputa hace unas semanas, cuando limitó el número de ciudadanos chinos que pueden trabajar para medios de ese país en EE. UU. y redujo considerablemente el cupo de visas para estudiantes del país asiático que tengan vínculos con el Partido Comunista.

Ambos países se sacaron chispas también luego de que Trump revocó los beneficios comerciales que EE. UU. le otorgaba a Hong Kong por la aprobación de Pekín de una ley de seguridad nacional que permite suprimir algunas de las libertades que gozaban los habitantes de la excolonia británica.

Este jueves, además, el secretario de Estado, Mike Pompeo, pronunció un agresivo discurso contra China en el que pidió a sus ciudadanos forzar un cambio dentro del Partido Comunista y llamó a Xi “el defensor de una ideología totalitaria en bancarrota”

El fiscal general, William Barr, que fue nombrado por Trump, elevó también las apuestas al declarar hace pocos días que China está en plena campaña para dominar la economía mundial y remplazar a EE. UU. como la única súper potencia del planeta.

“La manera como EE. UU. responda a este reto tendrá implicaciones históricas y determinará si nuestro país y sus aliados democráticos en el mundo pueden continuar forjando su propio destino o si el Partido Comunista Chino y sus tributarios autocráticos van a controlar el futuro”, afirmó el Fiscal.

Y viene más. De acuerdo con fuentes de la administración, ya está en el horno una nueva medida con la que se pretende cancelar todas las visas a EE. UU. de los miembros del Partido Comunista chino y que incluye a unas 92 millones de personas.

¿Y Latinoamérica qué?

La escalada ha tenido, a su vez, un componente latinoamericano. En la última década, la inversión de China en la región se ha multiplicado. Solo entre 2018 y 2019 creció casi un 20 por ciento y es hoy el segundo socio comercial después de EE. UU.

Pero su presencia en la región podría expandirse aún más gracias a su iniciativa de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional, que lanzó en el 2013 y busca conectar al país con el resto del mundo a través de grandes proyectos de infraestructura.

A comienzos del 2020, Pekín anunció un renovado interés por invertir en la región. Y ya van siete países de Suramérica Venezuela, Surinam, Guyana, Ecuador, Bolivia, Chile y Uruguay– que han firmado acuerdos para sumarse a este nueva ‘Ruta de la Seda’. Algo que tiene enervados a los estadounidenses, que lo ven como una intervención en su ‘patio trasero’ y nocivo para las democracias de la región.

En cierto sentido, parte del interés de la administración Trump por poner a un estadounidense como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) tiene que ver con frenar la creciente influencia de los asiáticos.


Para el puesto han nominado a Mauricio Claver-Carone, actual asesor de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental y muy crítico del trabajo del actual presidente, el colombiano Luis Alberto Moreno.

Para Claver y la administración republicana de Trump, Moreno ha contribuido a la expansión de China en la región pues fue durante su gestión que el gigante asiático se convirtió en socio accionario del BID (año 2009) y que ha usado para multiplicar su presencia.

Moreno y Claver, se sabe, no están en buenos términos y se dice que el colombiano bloqueó su nombramiento a la vicepresidencia de la institución durante las pasadas elecciones.

En todo caso son muchos los temas que hoy separan a ambos países. Y el futuro tampoco luce mejor.

De acuerdo con William Reinsch, del Centro para Estudios Estratégicos Internacionales, la confrontación, de hecho, podría expandirse aún más en los próximos meses, pues Trump ve la disputa con este país como un eje de su campaña de reelección. Lo cual, según Todd Mariano, del Eurasia Group, es muy delicado dado que estamos hablando de las dos mayores potencias militares y económicas del planeta.

Hay mucho campo para que esto siga escalando. Y ya estamos, sin duda, en el capítulo más oscuro de las relaciones bilaterales”, afirma Mariano.

Publicado en El Tiempo, disponible aquí