Mujeres, campo y olvido

Por: Maria Claudia Lacouture, Presidenta Ejecutiva de AmCham Colombia

Bogotá, 07 de marzo del 2023 (AmCham Colombia) – Colombia ha avanzado en la inclusión social y la equidad de género, pero tiene muchos pendientes por resolver, comenzando por las brechas históricas y el profundo abismo entre el campo y las ciudades. Una somera mirada sobre nuestros territorios rurales nos muestra mujeres marginadas, sin empleo remunerado, con sobrecarga de labores domésticas, responsables por el cuidado de hijos y cercanos, sin salud, sin educación, sin acceso financiero, como si continuaran en los tiempos coloniales. El olvido histórico del campo estimula la emigración e interrumpe el relevo generacional, los jóvenes desertan al mundo urbano, abandonan las tierras, lo que pone al país frente al riesgo de no tener suficiente y estable disponibilidad de alimentos y obliga a importar más para abastecer el consumo básico.

Como las iniciativas en favor de las mujeres se concentran en las ciudades, no queda más remedio que emigrar. Un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura afirma que si las mujeres en las zonas rurales tuvieran el mismo acceso que los hombres a la tierra se podría incrementar la producción agrícola y reducir entre 100 y 150 millones el número de personas hambrientas en el mundo y que hay sólidas razones económicas para promover la igualdad de género en la agricultura.

El trabajo del campo es considerado una actividad estratégica en los países desarrollados, donde por lo general subsidian plenamente está actividad que garantiza independencia y seguridad alimentaria. Israel es una potencia en agricultura dónde las mujeres juegan un rol fundamental en los kibutz y existe un equilibrio de participación comunitaria. Tienen la claridad que el éxito es una complementación entre hombres y mujeres.

En Colombia son más de 5 millones las trabajadoras agrícolas, sin embargo, es una actividad que se sigue percibiendo y pensando como una práctica inherente a los hombres. De 53 gremios relacionados solo nueve los lideran mujeres, y en 14 hay presencia de no más de dos mujeres en sus juntas directivas, según la Corporación Colombia Internacional (CCI), una plataforma para desarrollar una proveeduría integral e implementación de proyectos agroempresariales competitivos y rentables con inclusión social.

Es el momento de abrir espacios y crear mejores condiciones que promuevan una complementación entre los aportes de mujeres y hombres a las diferentes industrias, incluido el campo, es indispensable revertir la desigualdad en las áreas rurales y facilitar acceso a la tecnología, la desigualdad social, que puedan mejorar sus condiciones de vida y las de su núcleo familiar. Hay que legitimar sus derechos y dignificar su labor. Las mujeres tienen mucho que aportar y requieren independencia financiera, programas integrales, sostenibles y sustentables.

Tenemos que trabajar desde el sector público y desde lo privado por el bien común, por condiciones sociales dignas, por el respeto y la buena convivencia, con proyectos claros, procesos eficientes que mitiguen los efectos derivados de la marginación y la violencia, todo aunado a un papel relevante para la mujer rural, con acceso equitativo a los servicios básicos y proyectos productivos.

Ahora que se habla de reforma laboral, es la oportunidad para incluir en la legislación normas que protejan y estimulen el empleo femenino y también impulsar programas de empleabilidad.

Publicado en La República, disponible aquí

Reforma laboral para el futuro

El objetivo de la reforma debe, por supuesto, buscar soluciones a las limitaciones y necesidades para un trabajo justo desde el punto de vista del trabajador como de la viabilidad para las empresas.

Por: Maria Claudia Lacouture, Presidenta Ejecutiva de AmCham Colombia

Bogotá, 07 de marzo del 2023 (AmCham Colombia)– A puertas de la discusión del nuevo proyecto de reforma laboral convendría centrarnos en buscar soluciones a los problemas del inmediato que impiden trabajar en las oportunidades del presente y futuro.

El objetivo de la reforma debe, por supuesto, buscar soluciones a las limitaciones y necesidades para un trabajo justo desde el punto de vista del trabajador como de la viabilidad para las empresas, buscar soluciones para la informalidad, la ilegalidad y la falta de formación pertinente y, también, y quizás más importante, proponer un camino hacia adelante, plantearnos una nueva visión del trabajo inclusivo, flexible, justo y global.

El círculo vicioso de informalidad e ilegalidad solo puede interrumpirse con empleo formal, y para ello hay que incluir la flexibilidad, puesto que la marginalidad se nutre de la rigidez del sistema y obliga a los pequeños negocios a la evasión, a convivir con el contrabando, la piratería y la corrupción, les limita el acceso a los servicios públicos y financieros y reduce la capacidad presupuestal del Estado para financiar las necesidades de todos en educación, salud, vivienda, infraestructura y asistencia social.

También tenemos que considerar que surgieron nuevas modalidades de trabajo que hay que incorporar, como las subcontrataciones en plataformas digitales, la estacionalidad, el teletrabajo autónomo, el suplementario, los nómadas digitales y otras que son preferidas por los trabajadores porque les permite disponer de su tiempo, tener mejor calidad de vida y ganar en productividad. El sector privado es el más interesado en una reforma equilibrada que permita crear más empleos y crecer.

Como lo señaló este diario en un artículo, la propuesta extraoficial que se conoce del Gobierno parece “sacada de textos del siglo XIX”: aumenta los costos, los recargos, las obligaciones, los candados, bajo los principios de la vieja y falsa retórica de que entre más garantías más estabilidad. Para ajustarnos a las nuevas realidades del mercado hay que modernizar el sistema, responder a los cambios en la sociedad, a la influencia de la tecnología, a las expectativas de las nuevas generaciones.

Y prender los reflectores sobre la crisis de mano de obra en el campo, porque los jóvenes emigran al ámbito urbano y sin trabajadores rurales se amenaza la seguridad alimentaria. El Estado debe buscar mecanismos para que haya más inversión para el agro, más técnicos y profesionales interesados en su explotación y comercialización, estímulos, educación pertinente, asistencia financiera, proyectos viables y sostenibles. Una normatividad retrógrada ayudará muy poco, como tampoco ayudará para acoplarse a los avances en robótica, a la inteligencia artificial (IA), a los avances científicos, a las nuevas tecnologías computacionales que transforman nuestro modo de vida y trabajo.

Una de las mayores falencias del ámbito laboral es la falta de conexión entre lo que aprendieron y saben hacer los trabajadores, lo que necesita el sector productivo, lo que más requieren las industrias o el campo. Necesitamos preparar al país para los tiempos venideros y la inminente reforma debe ser una oportunidad para pensar en los escenarios del futuro. Colombia no puede quedarse por fuera de la modernidad, tiene que impedir un paso atrás, evitar un retroceso de graves implicaciones históricas.

Publicado en La República, disponible aquí

Análisis hoja de ruta offshore wind en Colombia

Conversamos con algunos miembros de nuestro equipo legal con el fin de exponer los aspectos más relevantes identificados en la hoja de ruta para el despliegue de energía eólica costa afuera en Colombia

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