El valor de la institucionalidad

8 de febrero de 2022

Estamos frente al desafío de tomar un sendero seguro y próspero para garantizar a los jóvenes un bienestar, mostrarles que el camino es la participación ciudadana y que solo las instituciones fuertes pueden brindarnos un futuro.

Por: Maria Claudia Lacouture, Directora Ejecutiva de AmCham Colombia

Bogotá, 08 de febrero del 2022 (AmCham Colombia)– Las próximas elecciones determinarán el rumbo de la institucionalidad democrática de Colombia, un bien común que tenemos que salvar y fortalecer. Necesitamos despejar las dudas que haya sobre el proceso, convencer a los abstencionistas de que son los votos los que evitan las balas y evitar a toda costa que triunfe un populismo que nos deje a la deriva.

El alto índice de inscripción de nuevos electores para los próximos comicios legislativos llamó la atención por su aumento (35%) y suscitó suspicacias por su composición. Ocho departamentos tuvieron inscripciones sospechosas que ya investigan las autoridades. Un municipio del Vichada tuvo un alza de 266%.

También, por supuesto, tiene que haber muchos nuevos inscritos interesados en participar, como los jóvenes, que constituyen 12% de la población. Se espera mucho de ellos, aunque suelen ser apáticos a la hora de votar. En las primeras elecciones para los Consejos de Juventud del 5 de diciembre pasado solo 10% acudió a las urnas.

Eso quiere decir que no tienen la motivación suficiente, particularmente porque relacionan las jornadas electorales con mañas políticas, se sienten excluidos y no logran advertir que las elecciones van más allá de la política y determinan la economía, la estabilidad, el desarrollo humano y el futuro. Tenemos que esforzarnos en el ejercicio de estimular el conocimiento informado para mejorar la participación de los jóvenes.

Responder como lo hicimos tras las movilizaciones del año pasado. Los estamentos públicos y privados reaccionamos con rapidez y eficiencia, con acciones concretas para activar el empleo joven, estimular la formación laboral, incentivar la inclusión y la equidad.

Y para seguir adelante necesitamos de un Congreso con credibilidad que fomente y se comprometa con ese entusiasmo porque Colombia necesita de un liderazgo renovado que atienda las necesidades urgentes de sus ciudadanos, con propuestas sensatas, viables, transformaciones valientes, pero no oportunistas.

Las propuestas de aumentar los aranceles a las importaciones, por ejemplo, para supuestamente fortalecer la industria nacional, especialmente en el sector del agro y de las confecciones, es tan ilusoria como la de suspender la producción de hidrocarburos en el corto plazo y tan irresponsable como colmar de tributos a los empresarios o alentar la lucha de clases. Las malas prácticas populistas han demostrado que logran los efectos contrarios porque propician carestía e inflación, los mayores impuestos a la pobreza. Si ponemos un arancel aquí igualmente nos lo pondrán allá donde quiera que sea. Llevamos muchos años organizando nuestra inserción en los mercados internacionales como para regresar de la noche a la mañana a las épocas del proteccionismo extremo que nos tuvo muchos años estancados.

Estamos en un momento histórico que requiere estadistas que pongan al país sobre rieles y entremos por la ruta del desarrollo sostenible con decisión y sin sobresaltos, que se gobierne para la mayoría y por la institucionalidad, porque gracias a ella pudimos hacer frente al narcotráfico, a las guerrillas, a los paramilitares, y sostener nuestra democracia.

Estamos frente al desafío de tomar un sendero seguro y próspero para garantizar a los jóvenes un bienestar, mostrarles que el camino es la participación ciudadana y que solo las instituciones fuertes pueden brindarnos un futuro.

Publicado en La República, aq