editorial          


La bancada femenina

María Claudia Lacouture P.

Directora ejecutiva, Cámara de Comercio Colombo Americana (AmCham Colombia)

[email protected] @mclacouture


Un motivo de satisfacción que dejaron las elecciones legislativas del pasado 13 de marzo de 2022 es el aumento en el número de mujeres que llegaron al Senado y a la Cámara de Representantes.

En efecto, según el análisis de ONU Mujeres, mientras que en las elecciones de 2018 resultaron elegidas 23 senadoras, equivalentes al 22,4%, este año la cifra llegó a 33 senadoras, es decir el 30,5% de la Cámara Alta. Mientras tanto, en la Cámara de Representantes pasaron de 32 a 52, con una participación del 27,8% en esta jornada electoral.

El dato no es menor si se tiene en cuenta la labor que se viene dando desde hace años en términos de equidad de género y paridad tanto en organizaciones públicas como privadas y es un logro que abre perspectivas importantes en materia de legislación y normatividad en pro de la paridad.

Contar con una robusta bancada femenina y conformada por representantes de varios partidos políticos permitirá que desde esta orilla se pueda avanzar, fortalecer y mejorar las políticas públicas en todos los ámbitos, entre ellos acciones para contrarrestar los efectos de los devastadores efectos de la pandemia, que aumentó la brecha laboral entre hombres y mujeres.

El tema es relevante por las cifras de empleabilidad divulgadas por el Dane, que por un lado muestran una leve recuperación de puestos de trabajo y al mismo tiempo confirma que la brecha se vuelve a abrir: la tasa de desempleo para las mujeres es de 19,4% y de 11,2% la de los hombres. Hubo un retroceso con respecto a 2021 cuando la diferencia era de 6,2%.

En su mayoría las mujeres desempleadas están en el rango de prestadoras de servicios domésticos o desempeñando labores en el sector informal. Por eso la fragilidad de su estabilidad. Para ellas no hay capacitación ni oportunidades. Otra distorsión es que las mujeres que tienen formación pueden estar mejor preparadas, pero no se reconoce ni en el sueldo ni en las posiciones que pueden llegar a tener.

Y hay que ir más allá. Vale la pena retomar la propuesta del exministro, Juan Carlos Echeverry, sobre un plan de empleo para mujeres en áreas comunitarias a partir de la economía del cuidado, con el reconocimiento y la redistribución de las responsabilidades, así como el papel del estado para garantizar compensaciones en forma de dinero y servicios.

Bien mencionaba Echeverry que el sistema requiere profesionales para emprender esta tarea y una buena decisión sería apalancarlo con trabajo para las mujeres: pedagogas, médicas, sicólogas, sociólogas, gestoras culturales, entre otras tantas otras especialidades necesarias para ejecutar esa tarea pendiente.

Otros dos campos de rápido impacto para equilibrar el desbalance son el turismo y la industria de software y si nos esforzamos un poco podremos encontrar innumerables actividades que ayuden a contrarrestar la inequidad en el corto plazo, mientras la estructura de la sociedad se transforma y desaparece esa injusticia histórica.

Ahora que hay una gran representación femenina en el Legislativo, podría convertirse en una fuerza importante que mueva tanto las leyes que se necesiten como ejercer el control político para que el Estado actúe de manera coherente en la aplicación de estas políticas.

Marzo 2022