editorial          


Colombia-Estados Unidos, una nueva alianza para el progreso

María Claudia Lacouture P.

Presidenta ejecutiva, Cámara de Comercio Colombo Americana (AmCham Colombia)

[email protected] @mclacouture


El 15 de mayo de 2023 se cumplieron 11 años del Tratado de Libre Comercio (TLC) que firmaron en 2012 Colombia y Estados Unidos. Ocho años duró su negociación de lo que ha significado la apertura de muchos canales de posibilidades y un cambio sustancial en las relaciones entre ambos países en la organización de su comercio, la estabilidad jurídica de la inversión, el aumento de la cooperación y del turismo.

Las relaciones entre los dos países van mucho más allá del TLC y eso ha quedado en evidencia en la reciente visita a Estados Unidos del presidente colombiano, Gustavo Petro. Con esa doble coyuntura, los 11 años del TLC y la visita presidencial, la Cámara de Comercio Colombo Americana, AmCham Colombia, hizo un análisis propositivo de la nueva coyuntura y de las oportunidades que se vislumbran.

La solidez de las relaciones políticas y comerciales entre los países depende de la fluidez entre sus instituciones, preservadas durante los 200 años de relación binacional. Hay tiempos que fluyen mejor que otros, dependiendo de la empatía política, sujetas a afinidades ideológicas y a intereses comunes, y de acuerdo con ello se establecen las prioridades de la agenda.

El reciente encuentro presidencial Biden-Petro dejó la sensación de que los presidentes tuvieron reales sinergias y compartieron varios puntos de vista afines. Lo dijeron los voceros norteamericanos, lo resaltaron los miembros de la delegación oficial colombiana y lo dejaron por escrito en un comunicado que dejó en un segundo plano los asuntos comerciales.

Hoy se mantienen las mismas prioridades entre los dos países, sin embargo las perspectivas de cada uno es diferente. Los temas prioritarios para EE. UU. son narcotráfico desde la perspectiva de la seguridad nacional, la producción y no impunidad; Venezuela y migración desde la perspectiva del mantenimiento de la democracia y estabilidad de la región; cambio climático hacia una transición segura y justa; y los de Colombia cambio climático desde la descarbonización y energías alternativas, Venezuela desde la perspectiva de las sanciones y la democracia y narcotráfico desde la consigna de Paz Total.

Se ha dejado el TLC de lado por su efecto como factor de tensión

El TLC no ha aparecido, de momento, como un tema prioritario, al menos para la actual coyuntura, aunque ciertamente constituye un pilar fundamental sobre el cual se sostienen las relaciones. Eso no significa que haya conformidad, lo que significa es que el pragmatismo prevalece en lo relacionado a este tema.

Las partes han comenzado a ver las posibilidades de actualización dentro de la Comisión Administradora del acuerdo, aclarando las autoridades colombianas de antemano que no se pedirá la revisión estructural o renegociación, aunque si un análisis minucioso de sus posibilidades para mejorar y corregir los desequilibrios que pueda tener.

No obstante, el simple hecho de que haya propósitos concretos en una coyuntura compleja permite tener optimismo. Los gobiernos han entendido que hay muchos asuntos de interés para ambas naciones y que el momento político es propicio para explorarlos.

La realidad política de hoy invita a sacar provecho de las sinergias y reforzar las relaciones con el sistema bipartidista en el Congreso de Estados Unidos para captar aliados para los asuntos de interés para los colombianos, ya que eso ayudará a contrarrestar uno de los riesgos que puede afrontar Colombia en el corto plazo y es la posibilidad de que los electores estadounidenses decidan elegir a un presidente republicano. Los republicanos suelen tener pocas afinidades con gobiernos de izquierda y nada podría ser más contraproducente para nuestro país que una coyuntura de tensiones y desencuentros.

La Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica se prioriza

Entre las iniciativas lideradas por Estados Unidos y que buscan apoyar el desarrollo económico en Colombia se encuentra la Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica, la Ley del Bicentenario Colombia – EE. UU. y una Nueva Alianza para el Progreso, toda vez que se propende por un fortalecimiento de la relación Estados Unidos-América Latina, siendo Colombia un aliado estratégico.

La implementación de energías renovables y bioeconomía es un factor de asistencia económica relevante, teniendo en cuenta que Colombia será un actor partícipe del Fondo Internacional para la Amazonía; adicionalmente, se propuso crear un grupo de trabajo para promover la interconexión eléctrica en las Américas para reducir los costos de la energía.

Por todo lo anterior, la relación binacional entra en un escenario más pragmático, donde será de gran importancia el trabajo con los diferentes estamentos del estado norteamericano, como también el refuerzo de las acciones que permitan fortalecer los lazos comerciales que al final son las que llevan a los beneficios tangibles para los colombianos.

Esta alianza podrá ser una gran herramienta para fortalecer el vínculo entre el desarrollo social y el productivo y permita reducir las desigualdades del país y del resto de América Latina. Para el Gobierno de Colombia esta alianza debe enfocarse en sumar esfuerzos para la construcción de una reforma agraria que brinde oportunidades económicas distintas a la siembra de la hoja de coca.

Vale la pena hacer una analogía con la Alianza para el Progreso que propuso el presidente Jhon F. Kennedy en la década de los 60 y que fue vital para el desarrollo de nuestra nación y que consistía en un programa de ayuda económica externa para los países de la OEA con el objetivo de crear condiciones para el desarrollo económico y social de América Latina.

Hoy este objetivo sigue vigente, sin embargo, se hace indispensable que esté alineado con la búsqueda de niveles sostenidos y sostenibles de crecimiento económico, basados en la incorporación intensiva de conocimiento e innovación, en aumento de productividad y en la generación de valor agregado y, por el otro, lograr una mayor y mejor redistribución de la riqueza y el fortalecimiento de nuestros regímenes de bienestar y sus respectivas políticas sociales.

Vea la presentación del informe  Colombia-Estados Unidos, una nueva alianza para el progreso

Mayo 2023